Arte como catarsis
El arte como purificación, como sanación, como purga de males físicos y psicológicos que arrastra la sociedad, no es algo nuevo. La sociedad se presenta desgarrada y desgarradora, celérica, la pandemia del COVID, las ausencias, los miedos, los temores, las guerras, la inflación ...todo ello ha hecho que la sociedad sienta ansiedad y necesite una cura de ese alma herida. El arte es una opción.
Pensar que el ser humano con sus manos, su sensibilidad y su inteligencia es capaz de crear arte en cualquiera de sus manifestaciones es algo que evoca una trascendencia del ser, que va mucho más allá de un asunto mundano y pragmático.
Siguiendo la necesidad de liberarse, de purificarse de estados anímicos nocivos existen numerosos artistas contemporáneos que con su arte han conseguido una renovación en su estado psicológico y espiritual, quizá el más carismático en este sentido sea Van Gogh, su estado de locura era reprimido o canalizado por su representación plástica, era su forma de expresarse, de comunicarse con un mundo que no siempre le comprendía. Más recientemente, por ejemplo, Louise Bourgeois, consideró que el arte, su arte, le servía como catarsis para afrontar situaciones personales difíciles incluso dramáticas que le acaecieron durante su niñez y subrayó que el arte es símbolo de cordura.
Por poner otro ejemplo, Martín Ramírez, pintor mexicano que falleció en la década de los 60 tras tres décadas recluido en un psiquiátrico, expresó de forma totalmente personal y obsesiva su representación particular de espacios, de puertas, de arcos, que representan ese estado de angustia que bien podía intentar purgar con sus obras.
Pero no siempre las afecciones psíquicas son el motivo de iniciar un cauce artístico, también las físicas. María Blanchard padeció un deformidad física motivada por un accidente que sufrió su madre durante el estado de gestación, esta artista encontrará en la pintura su gran evasión de la sociedad que en ocasiones resulta cruel, pero por encima de todo será la pintura la forma de manifestarse con una exquisita sensibilidad representando a mujeres, niñas …conviviendo con artistas emergentes en París como Juan Gris, Picasso.
El arte consigue que te mimetices y que llegues a evadirte de la realidad, lo que puede ser un buen antidepresivo o en menor medida una ayuda externa que hace más sostenible situaciones complicadas. Ello me lleva a pensar en las innumerables intervenciones que se producen en lugares que por lo general asociamos a sufrimiento y dolor. En los hospitales se realizan pinturas murales que los artistas interpretan como una purga para un estado de ánimo bajo, como ejemplo la organización sin ánimo de lucro Believe in Art, realiza numerosas intervenciones de arte contemporáneo en hospitales de Zaragoza como en el Hospital Miguel Servet. La idea es humanizar, hacer más llevadera la estancia a sus pacientes.
El arte como catarsis, como cura de males tanto para el que contempla como para el que crea, se está convirtiendo en la prescripción más moderna de psicólogos y psiquiatras.
Yo animo a que se acerquen a museos, a galerías, a distintos espacios culturales, que se empapen de todos esos estímulos porque se consigue un estado de bienestar y de sosiego.
Carmen Terreros